lunes, 12 de abril de 2010

En respuesta a una carta de E


Cuando la cadena de sucesos trágicos te atrae hacia el abismo,
es menester reír.
Es la única fórmula capaz de amortiguar el dolor de la caída porque, para ser sinceros, tu bella filantropía se troca en estupidez, una estupidez crucial en el precio de tu mollera,
ahora rodante.
si una piedra te cae encima, si un lepidóptero lastima tu ojo o bien azota tus oídos,
si la niebla envuelta en su gasa densa,
si la lluvia,
si una hoja,
si un trébol,
si un pie en falso,
si una mano equivocada,
si un beso,
si,
si!,
siiii!
y luego ja.

E.

A veces pienso que aquel aullido o alarido que brota del terror que ahoga la caida es una carcajada congelada, a-tona, sin el ritmo propio de los altibajos cotidianos...
altibajos,
cotidianos,
estando aqui... añoramos la caida
estando en la caida.
añoramos los altibajos...
la piedra que no se tocó
el lepidóptero y su mudo zumbido
la niebla cuyo humor se olvidó
la lluvia maldecida por ausente
la hoja que no se escribió hormiguealmente
el trebol que no se asoció con un estúpido gnomo...
el pie que voló en falso hacia otras sábanas
y la mano, la mano adormecida
que para todo se usó...
menos para equivocarse.
ah... y el beso, el beso que ya no se añora
porque lo besos y los recuerdos nunca serán consonantes.

pd. me gusta el si, de una mujer, que pierde los estribos.

martes, 6 de abril de 2010

Acariciados


Recordarte, siempre es y será recordarte... no vienen los esfuerzos, vienen los recuerdos... por sí solos, esto es lo que se denomina una cosa espontanea, acto reflejo, algo asi como si tu te me reflejaras naturalmente, como se refleja el sol en mi cara, como se reflejan los sonidos en las vibraciones de los cuerpos mas sensibles (como la superficie del agua).

La música entonces suena, esa música que sólo se escucha adentro, y que muchas veces identificamos con ciertas melodias compuestas hace tiempo, con ciertos violines acariciados, con ciertas voces inspiradas...

Entonces sos tu, sos humana, humus, tierra, aroma sin consumar (por su extensión, algo insondable) como buena mujer, sos tú, solamente tú, sin sobrenombres, sin oficios, sin atributos, sin adjetivos, creo que muchas veces sin tiempo; porque cada vez, contigo ha sido, es y será distinto.

Tocar un alma, es como tocar una llama, una vez se supera eso externo que quema, nos damos cuenta que el origen del amarillo es de color azul, que la luz nace de la noche, que Dios ...sigue siendo un misterio.
Recordarte...siempre es y será recordarte.

Aunque, de todos modos, siempre prefiera verte, hablarte, compartirte.

Omnia tempus habent