lunes, 12 de abril de 2010

En respuesta a una carta de E


Cuando la cadena de sucesos trágicos te atrae hacia el abismo,
es menester reír.
Es la única fórmula capaz de amortiguar el dolor de la caída porque, para ser sinceros, tu bella filantropía se troca en estupidez, una estupidez crucial en el precio de tu mollera,
ahora rodante.
si una piedra te cae encima, si un lepidóptero lastima tu ojo o bien azota tus oídos,
si la niebla envuelta en su gasa densa,
si la lluvia,
si una hoja,
si un trébol,
si un pie en falso,
si una mano equivocada,
si un beso,
si,
si!,
siiii!
y luego ja.

E.

A veces pienso que aquel aullido o alarido que brota del terror que ahoga la caida es una carcajada congelada, a-tona, sin el ritmo propio de los altibajos cotidianos...
altibajos,
cotidianos,
estando aqui... añoramos la caida
estando en la caida.
añoramos los altibajos...
la piedra que no se tocó
el lepidóptero y su mudo zumbido
la niebla cuyo humor se olvidó
la lluvia maldecida por ausente
la hoja que no se escribió hormiguealmente
el trebol que no se asoció con un estúpido gnomo...
el pie que voló en falso hacia otras sábanas
y la mano, la mano adormecida
que para todo se usó...
menos para equivocarse.
ah... y el beso, el beso que ya no se añora
porque lo besos y los recuerdos nunca serán consonantes.

pd. me gusta el si, de una mujer, que pierde los estribos.

2 comentarios:

Thiferet dijo...

Juan Pablo, me encanta lerte y me gusta la forma que tienes de expresarte.

Gracias

Unknown dijo...

Ana gracias, las palabras estan alli para que las habites y me honra que lo hagas. Un gran abrazo!

Omnia tempus habent