viernes, 9 de marzo de 2007

Soy


De nuevo hay cosas que me llaman a salir de la rutina... acontecimientos, personas, mundos.

De nuevo, en otro libro que leo, en otra muerte que escucho, vuelvo a encontrarme conmigo mismo en una actitud meditativa. He tratado de centrarme en mí; se que hay temores y presiento que quizás aún sean muchos, de eso que soy o de lo que pueda llegar a pasar conmigo, de aquello que no pasará nunca o simplemente de lo que necesariamente ocurre... Aunque también se que cuento con lo que queda por descubrir, por aquello que me llama desde lo desconocido. Lo que ahora soy se proyecta en lo que quiero y puedo ser.

Miro hacia mi propio interior y aparece la principal sensación. Físicamente y por un prolongado momento me siento pesado como el concreto, ya había tenido esta misma sensación en sueños; mis brazos, mis piernas, mi cabeza, todo mi cuerpo consiste en una extrema pesadez y reparo en que no basta con negarlo para sentirme bien, esto no es una cuestion meramente mental. El sobrepeso es de un alma que no se permite mover, que habla y se refleja en las prolongadas horas de sueño, en la pereza a una llamada, en la escasa productividad para con este mundo. No me altero, no me angustio...

Opto entonces por recorrer otros caminos, así mi avance sea similar al del caracol o la estrella de mar; es un tiempo que deja de ser tiempo para convertirse en estado y eso es precisamente lo que aprovecho para meditar, para contemplar. Miro mis organos vitales, escucho el palpitar de mi corazón, paso del alma al cuerpo, reconozco que estoy vivo, reconozco que ese corazón insiste una y otra vez en anunciarme que ese es mi estado. El milagro se me da, la oportunidad se me sigue dando... es algo que en medio de esta valiosa lentitud me conmueve.

Creo que lo habremos entregado todo cuando nos encontremos de manera humilde ante la muerte.

No se cuánto tiempo más permanezca en estos días que no se cómo describir, son días multifaceticos, días de pesadez y de levedad, días dicientes que como un sabio y eterno presente recitan desde las horas, cada una de las enseñanzas propias de la vida.

A veces pienso que ir más allá de cualquier esperanza es un ejercicio que constantemente me va a sacar de mi aqui y de mi ahora... la imaginacíón, esa loca de la casa, juega con el pasado y con el futuro, la imaginación desea y añora. En todo esto, no puedo negar que lo que hoy soy hace parte de un gran tejido que muchas veces pinta desconcertante pero que, en su silencio, me dicta evidencias encriptadas de un camino construido, a veces armado, a veces desmontado, pero al fin y al cabo recorrido.

Las batallas contra las urgencias improductivas, contra mi propio orgullo, nacen de lo que creo, de lo que se constituye como fundamento. Soy hombre cuando me levanto y también cuando me acuesto, no soy solo diseñador o profesor, conocido o desconocido, inquilino o propietario, tarjetahabiente o deudor... soy hombre esencialmente cuando me encuentro conmigo mismo, despojado de todas esas etiquetas que otorga el mundo para sobrevivir, cuando pienso en lo que ha sido mi cotidianidad. Cada día, como cuenta de cobro, la soledad saca sus propias conclusiones y las acepta, aunque a veces pregunte ¿cuánto más debo aceptar? Es la lucha por buscar aquello que esencialmente me haga sentir mejor, evaluación constante de decisiones y omisiones; reflexión sobre toda causa y todo efecto, sobre la natural consecuencia.

A veces, me siento más complejo quizás mas viejo o más ausente, pero no puedo desconocer que de todos esos momentos nace un fruto que muchas veces se convierte en mi propio vino para compartir.

Quise huir, muchas veces manifesté que quise huir, y se que puedo hacerlo... ir a otros lugares, abrirme al mundo... (¿abrirme del mundo?) ...pero huir de sí mismo es una pretensión bastante absurda. Es posible que estando en otros lugares las historias cambien, pero lo que es mi esencia, eso sólo puede transformarse o fortalecerse en tanto me detengo a escuchar. Escuchar estos silencios que se han vuelto tan comunes como las mañanas y las tardes.

El mundo es plano si estás plano por dentro, el mundo presenta arcoiris si albergas una paleta en tu interior... estos silencios me detienen y me dicen quién soy, me dicen que es lo que llevo dentro. Vivo de todas esas maneras... a veces frio, a veces triste y también a veces radiante, con una flor en mi boca, con una boca en flor... agradecido... prudente.

Siento un Dios que me habita, a él me aferro en momentos como un niño, lo descubro cuando suspiro y cuando hablo muchas cosas para mí mismo, cosas que él escucha en tanto él soy yo, esa es mi oración. Eso es lo que tomo de las plantas que me acompañan, de los amigos, de mi familia, de mi trabajo, de los libros, de la TV (la que es ventana, no farsa) y las noticias...

Todo esto seguirá siendo un misterio que revela día a día su propia transfiguración. Y la pregunta no debe hacerse esperar: ¿qué me dice esa transfiguración? ¿quién soy cuando soy capaz de contemplarla? ¿quién soy ante esas mil caras que se manifiestan en mi propio interior? Lo primero que hicieron los discípulos de Jesús fue plantear una tienda para quedarse allí, fue levantar catedrales... pero después, dándose cuenta de la voz que hablaba desde lo alto, sólo entonces callaron. Luego marcharon.

El viaje, la caminata está en proceso ...y culminará cuando así deba ser. Conozco los rostros desagradecidos y también los de la desgracia y me doy cuenta que todos ellos han perdido de su mirada el reflejo de la paz. Pido paz, soy paz, respiro... y no quiero culminar sin dejarme sentir que aún escribo y que lo que escribo tiene en mucho el tinte de la gratitud.

para todos, para todo lo que nos hace dignos... mi respeto y mi adoración.

Juan Pablo Salamanca R.

Omnia tempus habent